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viernes, agosto 03, 2007

-Oh, Peter, no me extraña que estuvieras llorando -dijo y se levantó de la cama y corrió hasta él.
-No estaba llorando por cosa de madres -dijo él bastante indignado-. Estaba llorando porque no consigo que mi sombra se me quede pegada. Además, no estaba llorando.
-¿Se te ha despegado?
-Sí.
Entonces Wendy vio la sombra en el suelo, toda arrugada y se apenó muchísimo por Peter.
-¡Qué horror! -dijo, pero no pudo evitar sonreír cuando vio que había estado tratando de pegársela con jabón. ¡Qué típico de un chico!

Por fortuna ella supo al instante lo que había que hacer.


-Hay que coserla -dijo, con un ligero tono protector.

-¿Qué es coser? -preguntó él.
-Eres un ignorante.
-No, no lo soy.

Pero ella estaba encantada ante su ignorancia.

-Yo te la coseré, muchachito -dijo, aunque él era tan alto como ella y sacó su costurero y cosió la sombra al pie de Peter.
-Creo que te va a doler un poco -le advirtió.
-Oh, no lloraré -dijo Peter, que ya se creía que no había llorado en su vida. Y apretó los dientes y no lloró y al poco rato su sombra se portaba como es debido, aunque seguía un poco arrugada.

-Quizás debería haberla planchado -dijo Wendy pensativa, pero a Peter, chico al fin y al cabo, le daban igual las apariencias y estaba dando saltos loco de alegría. Por desgracia, ya se había olvidado de que debía su felicidad a Wendy. Creía que él mismo se había pegado la sombra.

-Pero qué hábil soy -se jactaba con entusiasmo-, ¡pero qué habilidad la mía!
Es humillante tener que confesar que este engreimiento de Peter era una de sus características más fascinantes.

Para decirlo con toda franqueza, nunca hubo un chico más descarado.

Pero por el momento Wendy estaba escandalizada.
-Peter, qué engreído -exclamó con tremendo sarcasmo-. ¡Y yo no he hecho nada, claro!
-Has hecho un poco -dijo Peter descuidadamente y siguió bailando.
-¡Un poco! -replicó ella con altivez-. Si no sirvo para nada al menos puedo retirarme.

Y se metió de un salto en la cama con toda dignidad y se tapó la cara con las mantas.
Para inducirla a mirar él fingió que se iba y al fallar esto se sentó en el extremo de la cama y le dio golpecitos con el pie.

-Wendy-dijo-, no te retires. No puedo evitar jactarme cuando estoy contento conmigo mismo, Wendy.

Pero ella seguía sin mirar, aunque estaba escuchando atentamente.

-Wendy -siguió él con una voz a la que ninguna mujer ha podido todavía resistirse-, Wendy, una chica vale más que veinte chicos.

Wendy era una mujer por los cuatro costados, aunque no fueran costados muy grandes y atisbó fuera de las mantas.

-¿De verdad crees eso, Peter?
-Sí, de verdad.
-Pues me parece que es encantador por tu parte -afirmó ella-, y me voy a volver a levantar.

Y se sentó con él en el borde de la cama. También le dijo que le daría un beso si él quería, pero Peter no sabía a qué se refería y alargó la mano expectante....