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miércoles, mayo 07, 2008

Ángela Becerra - Los años perdidos

Intelectualmente, cada uno tiene los años que tiene menos los que perdió. ¿Cuánta vida propia quemamos alimentando fuegos ajenos que hoy son ceniza?

¿Cuántas creencias y fanatismos embucharon de grasa inútil y sin futuro nuestro cerebro?

¿Cuánta transfusión de sangre sacarinosa camuflada de amor eterno bombeamos con ese corazón que cuando más joven late es cuando impulsa su propia sangre?

¿Cuántos comedores de sesos, con sus viejas verdades absolutas hoy disolutas, ensuciaron nuestro ingenuo espacio de los sueños hasta que descubrimos que su inmensa miopía no podía ser nuestra ceguera?

¿Cuántas horas malgastamos sembrando sin tierra, remando sin agua, deambulando sin destino?

El recuerdo es el retorno de un aire ya respirado; unas veces nos oxigena la pasión, otras nos contamina el olvido.

Por eso jamás debemos perder la esperanza por renovarnos, por hacer, soñar, vibrar y vivir. Cualquiera que sea nuestra edad biológica, todos tenemos juventud pendiente, ese tiempo perdido que a veces nos picotea el cerebro porque no entiende que renunciemos al glorioso bien de la vida renovada, a la pasión por hacer realidad ese algo íntimo, personal e intransferible que no acepta ni reconoce otra edad que la de la ilusión sin calendario.


Leéla en ADN