el perfume
"A Grenouille le quedaba suficiente perfume como para esclavizar al mundo entero, si hubiera querido. Habría podido entrar en Versalles y poner al rey a sus pies.
Habría podido escribir una carta perfumada al papa y revelarse como el nuevo Mesías Habría podido hacer todo esto y más, si lo hubiera deseado.
Poseía un poder más fuerte que el dinero, el terror o la muerte. El invencible poder de dominar el amor de la humanidad.
Sólo había una cosa que el perfume no podía hacer: No podía convertirle en una persona capaz de amar y ser amada como las demás. "
“ No tardaron en centellear los puñales, que se clavaron y rasgaron, mientras hachas y machetes caían con un silbido sobre las articulaciones, haciendo crujir los huesos. En un tiempo muy breve, el ángel quedó partido en treinta pedazos y cada miembro de la chusma se apoderó de un trozo, se apartó, e impulsado por una avidez voluptuosa, lo devoró. Media hora más tarde, hasta la última fibra de Jean-Baptiste Grenouille había desaparecido de la faz de la tierra.
Cuando los caníbales se encontraron de nuevo junto al fuego después de esta comida, ninguno pronunció una palabra. Varios de ellos eructaron, escupieron un huesecillo, chasquearon suavemente con la lengua, empujaron con el pie un último resto de levita azul hacia las llamas; estaban todos un poco turbados y no se atrevían a mirarse unos a otros. Todos, tanto hombres como mujeres, habían cometido ya en alguna ocasión un asesinato u otro crimen infame. Pero ¿devorar a un hombre? De una cosa tan horrible, pensaron, jamás habían sido capaces. Y se extrañaron de que les hubiera resultado tan fácil y de que, a pesar de su turbación, no sintieran la menor punzada de remordimiento. Al contrario! Aparte de una ligera pesadez en el estómago, tenían el ánimo tranquilo. En sus almas tenebrosas se insinuó de repente una alegría muy agradable. Y en sus rostros brillaba un resplandor de felicidad suave y virginal. Tal vez por esto no se decidían a levantar la vista y mirarse mutuamente a los ojos.
Cuando por fin se atrevieron, con disimulo al principio y después con total franqueza, tuvieron que sonreír...Estaban extraordinariamente orgullosos. Por primera vez habían hecho algo por amor.”
Habría podido escribir una carta perfumada al papa y revelarse como el nuevo Mesías Habría podido hacer todo esto y más, si lo hubiera deseado.
Poseía un poder más fuerte que el dinero, el terror o la muerte. El invencible poder de dominar el amor de la humanidad.
Sólo había una cosa que el perfume no podía hacer: No podía convertirle en una persona capaz de amar y ser amada como las demás. "
“ No tardaron en centellear los puñales, que se clavaron y rasgaron, mientras hachas y machetes caían con un silbido sobre las articulaciones, haciendo crujir los huesos. En un tiempo muy breve, el ángel quedó partido en treinta pedazos y cada miembro de la chusma se apoderó de un trozo, se apartó, e impulsado por una avidez voluptuosa, lo devoró. Media hora más tarde, hasta la última fibra de Jean-Baptiste Grenouille había desaparecido de la faz de la tierra.
Cuando los caníbales se encontraron de nuevo junto al fuego después de esta comida, ninguno pronunció una palabra. Varios de ellos eructaron, escupieron un huesecillo, chasquearon suavemente con la lengua, empujaron con el pie un último resto de levita azul hacia las llamas; estaban todos un poco turbados y no se atrevían a mirarse unos a otros. Todos, tanto hombres como mujeres, habían cometido ya en alguna ocasión un asesinato u otro crimen infame. Pero ¿devorar a un hombre? De una cosa tan horrible, pensaron, jamás habían sido capaces. Y se extrañaron de que les hubiera resultado tan fácil y de que, a pesar de su turbación, no sintieran la menor punzada de remordimiento. Al contrario! Aparte de una ligera pesadez en el estómago, tenían el ánimo tranquilo. En sus almas tenebrosas se insinuó de repente una alegría muy agradable. Y en sus rostros brillaba un resplandor de felicidad suave y virginal. Tal vez por esto no se decidían a levantar la vista y mirarse mutuamente a los ojos.
Cuando por fin se atrevieron, con disimulo al principio y después con total franqueza, tuvieron que sonreír...Estaban extraordinariamente orgullosos. Por primera vez habían hecho algo por amor.”
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